domingo, 28 de octubre de 2007

Derecho de Deseo

Ataduras de grafittis
ligan el fuego pictográfico
con el tintero embriagado
de razones ajenas.

Resulta mas pertinente
creer en excusas
que nos explican
los impulsos eternos
de estas palabras
con sabor a divinidad.

¿Cuantas quimeras públicas
han destrozado tus ojos?

Mitos de orígenes
de estas viejas deidades,
de la pereza y el desapego,
llaman a las alas
de la compartida soledad.

Hay que caminar errantes
por los cimientos
de nuestras ciudades
de privado deseo.

Y después de todo
lo demás que existe
solo es ilusión
con sonidos ambientales.

domingo, 21 de octubre de 2007

El Tren de Muertos

A las 3 de la mañana pasaba por la vieja estacion de mi pueblo el tren. Solo pasaba los viernes. Algunas veces yo corría hasta la estación para poder verlo. Era mucho mas silencioso que esos otros trenes, esos que ensucian su imagen con ese realismo tan cruel que tienen los símbolos industriales. Pasaba desapercibido y nunca se detenía. Nunca me pregunte porque no se detenía en la estación. Tampoco de donde venia o a donde iba. La verdad no me interesa.
Recuerdo que la ligera vibracion que producía en la tierra se filtraba por mis pies hasta el pecho. Se sentía la melancolía de su andar errante sobre la dirección predeterminada de los rieles. Y el aire empezaba a oler a hierbabuena y rosas. Era casi como existir bajo otras condiciones, con otras reglas
Yo iba a buscar. Las veces que lo vi era porque buscaba a alguien. Miraba esos rostros inamovibles, como con vaho. Siempre busque a alguien allí, en el Tren de Muertos. Cuando murió mi gato también lo busque allí. Algunas veces incluso me busque a mi mismo.
La ultima vez que lo vi fue cuando tenia 16 años. Por esas fechas había tomado gusto por caminar por las noches, mi pueblo siempre ha sido muy silencioso por las noches. Escuche a lo lejos el sonido sordo. Me tomo un par de segundos identificarlo. Corrí para verlo, para buscarme en el. Llegue a la estación a tiempo, los pálidos rostros de quienes sufren en silencio observaban el paso de un pueblo por sus ventanas. Lo que escondían era silencio, mucho silencio. Mientras se alejaba note que no era el único que lo había visto pasar. Hacía frío y regrese a casa.

jueves, 4 de octubre de 2007

Las alas de Icaro

Cruces que no desean
redimirme del todo,
castigos de luz de luna.

Se caen las palabras
a mi alrededor.

Volver al principio,
abandonar el vacío
del mítico confort
y el desapego que deseo.

Alfa y omega,
Cuantificar los daños
del no saber
lo que debo hacer.

Rumbos infinitos
sobre le papel,
el altar de sacrificios
exige frases completas
y conceptos finales.

Esta frustración,
que revela su rostro,
parece conocer
mi nombre.

De nuevo nacer
porque olvide el camino.