jueves, 4 de octubre de 2007

Las alas de Icaro

Cruces que no desean
redimirme del todo,
castigos de luz de luna.

Se caen las palabras
a mi alrededor.

Volver al principio,
abandonar el vacío
del mítico confort
y el desapego que deseo.

Alfa y omega,
Cuantificar los daños
del no saber
lo que debo hacer.

Rumbos infinitos
sobre le papel,
el altar de sacrificios
exige frases completas
y conceptos finales.

Esta frustración,
que revela su rostro,
parece conocer
mi nombre.

De nuevo nacer
porque olvide el camino.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

si que andas mal... sólo decirte que yo nunca sé lo que debo hacer (o casi nunca). Por eso mismo, me muevo en un universo de decisiones impulsivas basadas en conjeturas arbitrarias... en deseos (expectativas y/o posibilidades, lo recuerdo) tan absurdos como me gustan... para que cada paso de mi vida me recuerde si no lo que soy, al menos, lo que no soy, ni lo que no quiero ser... ya que la vida es absurda, quiero que la mia lo sea en proporciones descomunales...dejarse llevar por el azar...
... además, puesto que nada importa, cualquier camino es bueno si se adoptan los ojos adecuados para contemplarlo... eso, o decidir que no importa realmente tener un camino, mejor dejar que la vida se retuerza sobre si misma y mientras tanto sorprenderse con el resultado...
sabes, empecé a pensar qué es lo que realmente te frustra tanto... y no lo adiviné, pero pensé que quizás andas agobiado por tu trabajo sobre murales... me entran ganas de decirte que no seas como yo, y termines lo que empieces (quizás me gustas por esa capacidad que tu tienes y yo no)... pero tampoco me gusta dar consejos...
te digo entonces que te quiero y te dejo un beso más (a esa larga lista ya)