sábado, 21 de junio de 2008

Infinidad perdida

La distancia es latente
en las miradas desertoras
que se dejan caer
sobre le sofá de la ironía.

Todos y ninguno,
formula fatal del deseo
que se esconde
en los rincones de la sangre
que emana por mi piel.

El constante martillar
del recuerdo ajeno
y las pálidas ventanas
de la soledad en ruinas
me despiertan ante los dioses
del tiempo y la muerte.

Habría que descubrir
esqueletos en el armario.

¿Será posible esconderse
por siempre del tiempo
que rodea al olvido?

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