viernes, 3 de octubre de 2008

Ruptura

Despierta. Su reloj no parece funcionar, no puede ver cual es la hora que marca. Ve con algo de sueño aun la pared y le parece que hay unas lineas pintadas sobre ella. Quizás sea hora de volver a pintar la pared, esta ya muy sucia. Con desgano se levanta y espera a que cada parte de su cuerpo se deshaga de los últimos residuos de la inmovilidad del sueño. Le parece que la luz es genérica, como si fue imposible decir el momento del día que es. Aunque extraño, nada le impide pensar que son solo percepciones derivadas de su lento y sumiso despertar. Finalmente se levanta, desencantándose, sintiendo como si se moviera un poco mas lento, pero con cierta ligereza. Se apoya en la pared y avanza hacia la puerta. La puerta termina por representar el fin de ese rito de paso, de ese momento de transición que es el despertar. La siente extrañamente fría y la abre finalmente mientras al mismo tiempo cierra los ojos en un ultimo intento por aferrarse al sueño que se escapa. Sangre le salpica el rostro.

Despierta. Había estado soñando que despertaba. Es gracioso, pensar como las percepciones nos engañan en los sueños. Tiene la sensación de estar olvidando ya el sueño. Lo único que le va quedando es la sensación en la piel de la salpicadura de un liquido que no pudo ver, pero que olía a oxido. Supo que era sangre, e inmediatamente se despierta. Abre los ojos, con cierta decisión, sin deseos de prolongar el estado de somnolencia. Se sienta sobre la cama, sin ver que hora es, sin saber que hora es, porque la luz que entra a través de las cortinas no es lo suficientemente definitoria como para tener un aproximado. Se levanta, se frota los ojos y ve que en la pared hay algo dibujado. No le da mucha importancia y camina hacia la puerta. Tiene frió. Abre la puerta y se detiene. Ve un rostro, una mujer, siente su mirada y una sombra en movimiento, e inmediatamente sangre le salpica el rostro.

Despierta. Es demasiado extraño. Soñar que se despierta de un sueño donde se despierta suena a cosa de locos. Duda un poco al abrir los ojos. Todo parece igual. Es extraño, pero tiene la sensación de que aun esta soñando. Mas bien es la idea, la duda, de que podría seguir siendo un sueño. Se levanta con las manos temblorosas. No sabe si es el frió o el miedo. La expectativa lo corroe. Observa con cierta desconfianza la pared. Ve en ella un rostro dibujado, probablemente el de una mujer. Comprende rápidamente y se arroja sobre la puerta de la habitación. Observa como una mujer de mirada suplicante es asesinada por una sombra inalterable e inidentificable. Mientras la sangre que emana de ella viaja por el espacio entre ella y el describiendo una parábola extraña, el se sabe perdido en la inmensidad de un sueño que podría no ser un sueño sino la locura de un infierno personal. Se horroriza ante la idea, el sufrimiento eterno, en una constante repetición de acciones absurdas. No llega a completar su ultimo pensamiento sobre las posibilidades de escape, cuando la sangre salpica su rostro.

Despierta. El impulso que recorre eléctricamente su cuerpo se transforma rápidamente en una contracción de músculos casi involuntaria. Se levanta con tal violencia que deja detrás de el cualquier viejo atisbo de sueño. Observa horrorizado como en la pared de la habitación el rostro de una mujer esta dibujado con una presición casi fotográfica. Es ella, la mujer que al abrir la puerta de la habitación morirá. Todo parece una broma muy cruel. Despertar, abrir la puesta, muerte. Todo como si se tratara de círculos concéntricos que se van ampliando en detalles con cada subsiguiente repetición. Iteración. La locura empieza a tocar las puertas de sus ojos. Siente como le sudan las manos y le tiemblan las piernas. Duda un momento, pero decide salir veloz mente, quizás el circulo se doble si actúa de forma diferente. Arrolladoramente decide avanzar, abrir la puerta y avalanzarse sobre la sombra ejecutora. Lo hace. Pero al momento de observar la indefinida sombra se da cuenta que es demasiado tarde y demasiado impreciso, porque no sabe siquiera que es lo que en realidad esta haciendo. El momento de duda es suficiente, apenas logra escuchar como ella susurra algo ininteligible y el movimiento fatal se ejecuta. Sangre salpica su rostro.

Despierta. Hay algo distinto esta vez. No esta en la habitación. Ha salido por fin de la espiral. Con alivio sonríe antes de levantarse. Pero la sonrisa se ve cortada por una mueca de espanto al darse cuenta que tiene las manos y los pies atados. Esta sobre le suelo, y alguien camina cerca. Como un torrente de fobias la certeza se va apoderando de su cuerpo. No esta en la habitación, esta del otro lado de la puerta, en el extremo opuesto del circulo concéntrico. Ya no es el mismo, es ella, esta condenada a morir, y ve ahora como su tiempo se reduce a una macabra sinfonía que terminara con el rechinar de las bisagras de la puerta. Al salir el de la habitación, esa sombra que no logra ver, pero que se mueve con valentía y confianza detrás de ella se moverá para asesinarla. La muerte asusta. La puerta se abre. Con la mirada le suplica al tiempo que se detenga. Apenas logra ver el rostro de forestación demencial de el, cuando siente que el dolor aqueja su garganta. Intenta decir su propio nombre, el de ambos. Pero el escarlata de su sangre se le escapa antes, y le salpica el rostro.

Despierta. Despierta. La habitación se siente mas fría de lo normal. Aun esta atada en el suelo afuera de la habitación. Se levanta de la cama y teme que esto sea solo una manifestación cruel de un infierno eterno y frió. El tiempo se vuelve una tortura en la que el suelo absorbe el calor del costado sobre el cual descansa, sin poderse mover por las ataduras, y sin llegar a articular palabra por el miedo que le oprime la garganta. Observa como el rostro pintado en la pared parece haber tomado una forma de estática vividez, como si estuviera a punto de tensar los músculos y decir algo. La sombra a su espalda se mueve lentamente, casi puede sentir como disfruta ese tortuoso y retorico silencio, como si estuviera consiente de que todo se repetirá una y otra vez. El dolor de su mente sucumbiendo ante la locura del sudor frió le palpita en la frente. El miedo la hace desfallecer, su cuerpo se debilita y el silencio se vuelve una tortura casi física. Recuerda que detrás de la puerta esta ella, esperando su muerte. Recuerda que detrás de la puerta esta el, condicionando el momento de su muerte. Siente casi como si un eco resonara en su cabeza con cada pensamiento. Siente como sus pensamientos reververan sobre el suelo que toca con su cabello. Lentamente se da cuenta que hay algo mas, que algo no encaja. Mientras la sombra parece impacientarse por algo, perdiendo por primera vez su calma, se da cuenta que algo es distinto.Se da cuenta que no es un eco en su cabeza, sino una sincronización inimaginable y sutil. Se da cuenta de que no es un eco en su cabeza, sino una sincronización sutil e inimaginable. El retorico sonar de dos mentes al unisono y la cacofonía de saber que algo es distinto entre el mar de repeticiones. Observan la puerta desde dos ángulos a la vez, en un movimiento parcial, el circulo se va cerrando en torno a la puerta. El la abre, ella sonríe sin querer, y el circulo se cierra por completo. La sombre desaparece, y ambos, ven a través de los ojos del otro como la soledad del infierno se va desangrando, salpicandoles el rostro de sangre.

Despierta. Esta sentado sobre el césped, su espalda recostada contra la pared. Observa como una mujer, la mujer de sus sueños, cae desmayada frente a el, derramando el liquido que llevaba en un vaso. Un aroma a cloro llega a su nariz. justo antes de que ella caiga y cierre los ojos, logra verla a los ojos. Esta vez, no hay sangre.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Este cuento ademas de interesante, inquietante y entretenido, está muy bien elaborado. Creo que el autor es muy habilidoso y posee un gran talento. Me gustaría leer mas cuentos como este.